jueves, 23 de agosto de 2007

Era Digital

La discapacidad en la era digital

Por Pedro Moreno
Para LA NACION

A partir de la publicación de mi primera nota en esta sección -que empezaba diciendo "la sociedad nos ha bautizado «discapacitados», sin embargo nosotros no solemos identificarnos con esta denominación"- fueron muchos los lectores que se contactaron conmigo por correo electrónico. Curiosamente, todos ellos supusieron que mi disfunción era motriz... ¡a ninguno se le ocurrió que el autor de la nota pudiera haber sido invidente! Pasaron más de cuatro años y, día tras día, sigo comprobando cómo se asombra hasta el más instruido de que yo esté usando una computadora... ¡encima lo hago con el monitor apagado!

Debo confesar que yo también desconocía esta cuestión, hasta que un día me tocó probar de sentarme frente a una PC. Afortunadamente, todo resultó muy sencillo. ¿Cómo es? además de que tecleo cual secretaria -que no precisa mirar la ubicación de las letras- y que recurro a los comandos del teclado, pudiendo prescindir del ratón, un programa "lector de pantalla" instalado en la máquina verbaliza perfectamente -por párrafo, por renglón, por palabra o por carácter- todo lo que voy escribiendo o bien cualquier texto que contenga un archivo. De hecho, así es como estoy redactando esta nota, al igual que lo hice con las anteriores. Asimismo, puedo enviar y recibir correos electrónicos sin inconvenientes, como también, en principio, navegar por la Red.

Así las cosas, están a mi alcance las ediciones electrónicas de los diarios e incluso puedo obtener los libros que me interesan en formato digital. Más aún, tengo la opción de acceder a cualquier papel impreso, gracias a otro programa que escanea una hoja e inmediatamente reconoce su texto y lo verbaliza.

Por su parte, para aquellos que tienen deficiencias motrices se han desarrollado periféricos especiales (teclados y ratones) y programas específicos, de manera que puedan también operar una computadora.

Y hay mucho más; en realidad, cada caso particular, según sean las características de su disfunción, requiere de un determinado soporte técnico tendiente a reducir al mínimo sus limitaciones.

Definitivamente, la tecnología aplicada a la informática está marcando un antes y un después para las personas con ciertas disfunciones.

Sin duda, todo esto nos está cambiando completamente la vida; no sólo porque están dadas las condiciones para que trabajemos con una computadora de manera similar a como lo pueden hacer los demás -con todo lo que ello implica- sino que esta formidable herramienta tecnológica nos brinda la invalorable posibilidad de recuperar dos actividades fundamentales para el desenvolvimiento de cualquier ser humano: ¡nada menos que leer y escribir en forma ágil y autónoma!

Ahora bien, la innovación tecnológica de los tiempos que corren, a la vez que nos abre un enorme potencial, paradójicamente nos plantea nuevos obstáculos; ¡hoy por hoy, las barreras más importantes a derribar posiblemente sean digitales!

¿Cómo es este asunto? Sí, los altísimos costos de los programas adicionales y equipos adaptados, la imposibilidad de contar con toda la capacitación que necesitamos para aprovecharlos y el diseño de muchos sitios de la Red que nos resultan inaccesibles son nuestros principales problemas.

Con respecto al impedimento económico, que aqueja a la mayoría de las personas con disfunción, para hacerse de su PC y los programas que correspondan, supongo que se podría resolver implementando una buena política de subsidios. Y ¿qué tal una ley que declare a la computadora y demás accesorios como "prótesis informática"?

En lo que concierne a la insuficiente rehabilitación computacional, entiendo que ésta debería estar incluida en el servicio de "rehabilitación integral" que le compete al Estado garantizar, según la legislación vigente. Así es que, si las leyes ya existen, pues -como reza una campaña de la ONG La Usina- ¡que se cumplan!

Con relación a la inaccesibilidad de la Red, cabe señalar que ésta no sólo nos perjudica a las personas con disfunción, sino también a los que tienen máquinas pequeñas o conexiones lentas. Ahora, yendo puntualmente al caso de los invidentes, el lector de pantalla del que dependemos verbaliza únicamente lo que es texto básico; o sea, a las imágenes y textos gráficos no tenemos forma de acceder. A modo de ejemplo, menciono que lanacion.com y gmail.com contemplan esta situación, ofreciéndonos una página alternativa de "sólo texto". Entretanto, los que tienen otras disfunciones deben lidiar en la Red con otros tipos de dificultades. Sospecho que muchos de los responsables de sitios deben creer que, cuanto más sofisticados y pesados éstos sean, más importantes y modernos irán a parecer; ¡obviamente no reparan en las numerosas visitas que se pierden!

Pero sigamos con el marco legal; a fines del año pasado tuvo media sanción en la Cámara de Diputados un proyecto de ley que haría obligatorio para los sitios estatales el cumplimiento de las normas internacionales de accesibilidad que recomienda la W3C-WAI ( web accesibility iniciative del world wide web consortium ) e invitaría a los sitios privados a que también las respeten. Ahora veremos qué decide el Senado; casualmente, su actual presidente -Daniel Scioli- pertenece al colectivo afectado.

Que no queden dudas: cuantas más sean las herramientas con las que contemos las personas con disfunción -más allá del derecho que esto constituye- mayor será nuestro aporte a la sociedad. Así es; entre otras cosas, rendiremos más en nuestros puestos de trabajo, engrosando probablemente el consumo de bienes y servicios. ¡Inclusive podremos hacer muchas más transacciones por Internet!

Me he venido refiriendo a las "personas con disfunción"... Yo jamás escuché a nadie decir "Fulano tiene capacidad" sólo porque su agudeza visual o su motricidad fina sea la óptima ¿por qué entonces habrá que endosarnos lo de "personas con discapacidad" a quienes apenas hemos adquirido un déficit en alguna función sensorial o motriz?

Alguna vez sostuve, desde estas páginas, que el miedo es la peor discapacidad. Intuyo, hoy más que nunca, que otra gran discapacidad seguramente sea la ignorancia -en todas sus formas- y que en la medida en que seamos capaces de erradicarla, iremos construyendo una comunidad cada vez más integrada.

El autor es conductor radial.
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